viernes, 2 de abril de 2010

Una Gota de Amor

Desde el primer día en el que pisamos el duro y estable suelo, y comenzamos a tener uso de razón, empezamos a sentir amor por la gente que nos rodea como nuestros familiares, pero yo voy más allá de esto. Cuando nos decidimos a relacionarnos con otra gente y, sin darnos cuenta, nace en nuestro interior algo que no sabemos explicar con palabras sobre una persona en concreto y, empezamos a sentirnos diferentes, como extraños con nosotros mismo e incluso obsesionados por esa persona desconocida hasta el momento, sentimos que tenemos la necesidad de conocerla, saber todo sobre ella. Nos ilusionamos, soñamos y somos felices. Queremos hablar con esa persona, pero no nos atrevemos; sentimos muchas cosas a la vez: Vergüenza de nosotros mismos, miedo por ser rechazados... Pero al final, damos el paso, nos acercamos establecemos el primer contacto y casi siempre, suele ser una mirada intensa a los ojos. Comenzamos a hablar con esa persona y nos sentimos en las nubes, rodeados de felicidad en todo nuestro cuerpo. Entablamos una relación más profunda y, empiezas a gustar a esa persona pero a esa persona, le surge lo mismo que te pasaba a ti en un principio. Te das cuenta y te decides a dar el primer paso. Un día quedas a solas con esa persona y piensas en todo lo que quieres que ocurra y cada vez te sientes más nervioso. Os miráis fijamente y, antes de que te des cuenta, os fundís en uno con un maravilloso beso. Tu mente se pierde entre sensaciones absolutamente verdaderas y, te encuentras en un paraíso propio. Acabas de abrirle tu corazón a esa persona y no quieres perderla por nada del mundo. Pasa el tiempo y esa relación se hace mucho más fuerte. Ahora sabes lo que sientes y te comprendes a ti mismo. Sueñas despierto y haces una vida con una persona totalmente desconocida pero que conoces muy bien, gracias a un amor que te a llevado a conocer a esa persona hasta el más mínimo detalle. Y aquí termina esta historia de amor verdadero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario