viernes, 2 de abril de 2010

Mi Pequeño Relato

Hoy estoy otro día más en mi habitación dentro de mi mente, emergido en mis ilusiones y mis sueños, y soy feliz. De pronto, llaman a la puerta, y el ruido surgido de la madera me devuelve a la realidad. Es mi madre, que quiere que baje a comer. Le contesto enseguida para que me deje solo un instante más, pero ya es imposible volver a mis pensamientos. Mis pensamientos... Es lo único que me hacen feliz en la vida...
Cuando no estoy en mi mundo dentro de mi cabeza, me encuentro rodeado de un hastío tan sumamente grande que es insoportable hasta para mí mismo. Sé que esto no es bueno, pero es mi forma de ver las cosas por el momento.
Todos los días son parecidos... aburridos, estoy cansado de ello y lo único que me sigue dando fuerzas es mi capacidad para inventarme un mundo fantástico dentro de mí.
Todas las mañanas me levanto, voy al instituto, estudio, llego a casa, me ducho, me pongo a estudiar, leo un poco, y, por último, me tumbo en la cama para intentar dormir aunque sea un rato. La vida es algo triste dentro de mí.
Constantemente viendo lo mismo: La gente con prisa por no llegar tarde a trabajar, para ejercer siempre lo mismo; un día y otro igual, monotonía y más monotonía...
Era asombroso creer, que en un mundo lleno de ocio y de cosas excitantes, se pudiese llegar a un nivel tan grande de hastío en el día a día. A su vez, me daba cierto asco considerar vivir de esta manera, pero era algo irremediable y no valía de nada lamentarse. Yo sé, que no era el único que se encontraba así, pero desde luego que eso, no me animaba ni ayudaba para nada. A veces, estaba tan cansado y agobiado, que no tenía ni fuerzas para levantarme de la cama y mirarle a los ojos a esta vida tan perra en la que me ha tocado permanecer.
Siempre intentaba hacer cosas nuevas, pero al final, todo me acababa decepcionando, y con ello, conseguía no tener más fuerzas que las que me daba el sencillo hecho de llegar otro día más y dejar volar mi imaginación.
Un día, como otro cualquiera, despertó dentro de mí un interés muy especial, y que empezó a darme fuerzas, y romper con todas las cadenas en las que me veía envuelto y sin salida. Se trataba, de poder conseguir mis sueños en la realidad, de superarme poco a poco, y cada vez más; de conseguir salir a la calle, y no volver a consumirme en mi habitación entre algo surrealista, y sacar todo lo que me hace feliz para poder serlo también en mi vida.
Y poco a poco, lo iba consiguiendo. Con este pensamiento nuevo, conseguí sacarme mis estudios, encontré a mi primer amor, empecé a escribir elementos de mis pensamientos, que, en la vida real no eran posibles de realizar, o bien fantasías, o simplemente cualquier cosa que me surgiera escribir. Deje atrás mis pensamientos de negatividad absoluta.
Llené mi mente y mi cuerpo de satisfacción diaria, y lo mejor de todo fue, que no volví nunca a esa actitud enfermiza en la cual es mejor no encontrarse y, gracias a mi mismo, empecé a vivir feliz dentro y fuera de mi mente.

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