viernes, 2 de abril de 2010

Compartiendo Caricias

Y ahí estábamos nosotros, mirándonos a los ojos con una fortísima intensidad, diciéndonos todo con tan solo una preciosa mirada, estableciendo un vínculo irrompible. Yo, pasaba mi mano por su fino rostro, poco a poco, muy despacio...
Ella, hacía lo mismo conmigo, y, sentía unos bonitos escalofríos que me recorrían todo el cuerpo. Era increíble sentirse así, para mí, lo mejor del mundo.
Estábamos enamorados, y se notaba en el ambiente.
Empecé a acariciarle su atractiva espalda y sentí cómo su piel me respondía con los estímulos que yo le ofrecía.
Estaba muy suave. Me encantaba acariciarla... Me pasaría horas y horas haciéndolo.
Comencé a pasar mis manos por su cuello, y baje poco a poco hasta encontrarme con sus senos. Los toqué, despacio y con mucho tacto, y vi, como reconocían aquella caricia. A su vez, ella me acariciaba por todos lados, nos estábamos deseando. Poco a poco, el ambiente se empezó a volver más cálido. Estábamos excitados y no parábamos de rozarnos cada parte de nuestro cuerpo. Era cómo un baile.
Estábamos tan unidos que empezamos a sudar, pero esto, no impedía que siguiésemos fusionados al máximo. A su vez, y durante todo este ciclo, no paraba de rozar mis labios con los suyos; al principio con delicadeza y, poco a poco, se fue convirtiendo en unos besos rebosantes de pasión y emoción.
Estábamos en un estado acercándonos a la locura.
La mente, llegados a este punto, se introduce en un espacio en blanco, prolongándose constantemente a ella cosas inexplicables, y, te sientes como volando, más allá del cielo, rebosante de adrenalina, que te recorre desde la punta de los pies, hasta el más pequeño espacio de tu cerebro. En ese instante, llegamos al acto sexual, el cual se llenó aun más de pasión incontrolable. Esto era una unión pura y absoluta. Los dos cuerpos y mentes, no dejaban de experimentar placer y solo había que notarlo con cada pequeño gemido.
Inevitablemente, nos vimos envueltos en el final, el cual, la mente se abre de tal manera, que se limpia completamente y se inunda de placer y más placer hasta el punto en el que crees que vas a estallar. En este mismo estado, no estás pensando en nada, estás fuera de ti mismo. Te ves en tu propio paraíso, pero poco a poco llega a su fin y regresas a la realidad, pero no importa, porque te abrazas fuertemente a la persona con la que acabas de compartir unos momentos irrepetibles, y, a la que amas indudablemente, y te sientes genial, con ganas de volver a sentir cosas semejantes o mejores con la misma persona durante el resto de tu vida...

1 comentario:

  1. es increible lo Que escribes...
    aunque te hace sonrojar jejejejej
    sentir algo asi con alguien es lo más bonito que le puede pasar a una persona.
    y yo me siento muy feliz por tener la suerte de sentirlo cada día, con la persona que más amo de este mundo...
    =)

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