viernes, 25 de noviembre de 2011

Envuelto en un Círculo Negro

Allí estaba yo, otra noche rodeado de una oscuridad en la que existían pequeños reflejos de luz de la luna, que, de vez en cuando, iluminaban mi camino, aunque en el estado en el que me encontraba, podía llegar a despreciarlos en algunos momentos.
Era evidente que me envolvía un silencio desolador dentro y fuera de mi cabeza, y eso no me ayudaba a cambiar mi estado emocional. He de reconocer que cada paso que daba, me calmaba un poco, pero no lo suficiente como para vaciar todas esas sensaciones. Unas veces, deseaba que desapareciesen, pero en cambio otras, inexplicablemente, sentía la sensación de querer tenerlas y por eso no llegaban a desaparecer en su totalidad.
En algunos instantes me llegaba a preguntar a mi mismo el porque era necesario sentirme de esta manera. Simplemente, son sentimientos que salen por alguna razón: Ya sea porque pienses que algo es injusto, frustrarte, odioso, horrible, decepcionante... O también podría ser por situaciones que no llegan a suceder... o que si llegan a hacerlo...
De repente, cuando me encontraba pensando en todo esto, me dije a mi mismo: Estas cosas, en ocasiones, son las que te hacen crecer como persona, conocerse a uno mismo, hacerse un poco más completo y a su vez, complejo... Aunque a veces, ser tan complejo es algo que no ayuda, solo hay que ver estos malditos sentimientos que me invadían hace un momento...
Lo que también me sorprendió, fue con que facilidad se puede cambiar de estado, y todo ello, la mayoría de veces es algo que ocurre inevitablemente y con frecuencia, o al menos, es lo que me ocurre a mí... Es para volverse loco.
Capítulo 2: Nuestra Mente.
Nuestra mente, está tan rodeada de sentimientos y sensaciones, que cuando salen a florecer, los hacemos tan complejos que hasta en algunas situaciones llegamos a mezclarlos, unos con otros, y en ese instante no sabemos ni lo que queremos expresar... Y cuando pensamos haberlo resuelto, quizá se vuelven a mezclar con otros totalmente diferentes.
Y es que con el paso del tiempo, se aprenden. Y de lo aprendido, intentamos actuar de la mejor forma posible, aunque también es cierto que depende de la forma como lo hayamos aprendido, o según los intereses que queramos sacar de ello.
A veces, también nos suceden situaciones similares, e intentamos modificar estos sentimientos; y hasta quizá lo hagamos para sentir otras sensaciones dentro de la misma situación, ya que no nos conformamos con el resultado... El ser humano, tan simple y tan complejo a su vez... 

Capítulo 3: La Salida.
Parece que al detenerme a pensar en todo esto me ha calmado un poco, y me he dejado llevar por la brisa fresca que me ofrecía esta noche tan intensa para mí. La verdad es que estaba algo harto. Harto de hacerme sentir así tanto últimamente. A sí que, esa mima noche me plantee en dejar de hacerlo, aunque se que me iba a resultar difícil con todas esas sensaciones revoloteando por mi cabeza.
Lo primero que necesitaba hacer era pensar en cosas más positivas, y olvidad todo el tormento pasado, o por lo menos, despejar mi cabeza y dejar que fluyan nuevas situaciones en mi vida.

viernes, 2 de abril de 2010

Mi Pequeño Relato

Hoy estoy otro día más en mi habitación dentro de mi mente, emergido en mis ilusiones y mis sueños, y soy feliz. De pronto, llaman a la puerta, y el ruido surgido de la madera me devuelve a la realidad. Es mi madre, que quiere que baje a comer. Le contesto enseguida para que me deje solo un instante más, pero ya es imposible volver a mis pensamientos. Mis pensamientos... Es lo único que me hacen feliz en la vida...
Cuando no estoy en mi mundo dentro de mi cabeza, me encuentro rodeado de un hastío tan sumamente grande que es insoportable hasta para mí mismo. Sé que esto no es bueno, pero es mi forma de ver las cosas por el momento.
Todos los días son parecidos... aburridos, estoy cansado de ello y lo único que me sigue dando fuerzas es mi capacidad para inventarme un mundo fantástico dentro de mí.
Todas las mañanas me levanto, voy al instituto, estudio, llego a casa, me ducho, me pongo a estudiar, leo un poco, y, por último, me tumbo en la cama para intentar dormir aunque sea un rato. La vida es algo triste dentro de mí.
Constantemente viendo lo mismo: La gente con prisa por no llegar tarde a trabajar, para ejercer siempre lo mismo; un día y otro igual, monotonía y más monotonía...
Era asombroso creer, que en un mundo lleno de ocio y de cosas excitantes, se pudiese llegar a un nivel tan grande de hastío en el día a día. A su vez, me daba cierto asco considerar vivir de esta manera, pero era algo irremediable y no valía de nada lamentarse. Yo sé, que no era el único que se encontraba así, pero desde luego que eso, no me animaba ni ayudaba para nada. A veces, estaba tan cansado y agobiado, que no tenía ni fuerzas para levantarme de la cama y mirarle a los ojos a esta vida tan perra en la que me ha tocado permanecer.
Siempre intentaba hacer cosas nuevas, pero al final, todo me acababa decepcionando, y con ello, conseguía no tener más fuerzas que las que me daba el sencillo hecho de llegar otro día más y dejar volar mi imaginación.
Un día, como otro cualquiera, despertó dentro de mí un interés muy especial, y que empezó a darme fuerzas, y romper con todas las cadenas en las que me veía envuelto y sin salida. Se trataba, de poder conseguir mis sueños en la realidad, de superarme poco a poco, y cada vez más; de conseguir salir a la calle, y no volver a consumirme en mi habitación entre algo surrealista, y sacar todo lo que me hace feliz para poder serlo también en mi vida.
Y poco a poco, lo iba consiguiendo. Con este pensamiento nuevo, conseguí sacarme mis estudios, encontré a mi primer amor, empecé a escribir elementos de mis pensamientos, que, en la vida real no eran posibles de realizar, o bien fantasías, o simplemente cualquier cosa que me surgiera escribir. Deje atrás mis pensamientos de negatividad absoluta.
Llené mi mente y mi cuerpo de satisfacción diaria, y lo mejor de todo fue, que no volví nunca a esa actitud enfermiza en la cual es mejor no encontrarse y, gracias a mi mismo, empecé a vivir feliz dentro y fuera de mi mente.

Compartiendo Caricias

Y ahí estábamos nosotros, mirándonos a los ojos con una fortísima intensidad, diciéndonos todo con tan solo una preciosa mirada, estableciendo un vínculo irrompible. Yo, pasaba mi mano por su fino rostro, poco a poco, muy despacio...
Ella, hacía lo mismo conmigo, y, sentía unos bonitos escalofríos que me recorrían todo el cuerpo. Era increíble sentirse así, para mí, lo mejor del mundo.
Estábamos enamorados, y se notaba en el ambiente.
Empecé a acariciarle su atractiva espalda y sentí cómo su piel me respondía con los estímulos que yo le ofrecía.
Estaba muy suave. Me encantaba acariciarla... Me pasaría horas y horas haciéndolo.
Comencé a pasar mis manos por su cuello, y baje poco a poco hasta encontrarme con sus senos. Los toqué, despacio y con mucho tacto, y vi, como reconocían aquella caricia. A su vez, ella me acariciaba por todos lados, nos estábamos deseando. Poco a poco, el ambiente se empezó a volver más cálido. Estábamos excitados y no parábamos de rozarnos cada parte de nuestro cuerpo. Era cómo un baile.
Estábamos tan unidos que empezamos a sudar, pero esto, no impedía que siguiésemos fusionados al máximo. A su vez, y durante todo este ciclo, no paraba de rozar mis labios con los suyos; al principio con delicadeza y, poco a poco, se fue convirtiendo en unos besos rebosantes de pasión y emoción.
Estábamos en un estado acercándonos a la locura.
La mente, llegados a este punto, se introduce en un espacio en blanco, prolongándose constantemente a ella cosas inexplicables, y, te sientes como volando, más allá del cielo, rebosante de adrenalina, que te recorre desde la punta de los pies, hasta el más pequeño espacio de tu cerebro. En ese instante, llegamos al acto sexual, el cual se llenó aun más de pasión incontrolable. Esto era una unión pura y absoluta. Los dos cuerpos y mentes, no dejaban de experimentar placer y solo había que notarlo con cada pequeño gemido.
Inevitablemente, nos vimos envueltos en el final, el cual, la mente se abre de tal manera, que se limpia completamente y se inunda de placer y más placer hasta el punto en el que crees que vas a estallar. En este mismo estado, no estás pensando en nada, estás fuera de ti mismo. Te ves en tu propio paraíso, pero poco a poco llega a su fin y regresas a la realidad, pero no importa, porque te abrazas fuertemente a la persona con la que acabas de compartir unos momentos irrepetibles, y, a la que amas indudablemente, y te sientes genial, con ganas de volver a sentir cosas semejantes o mejores con la misma persona durante el resto de tu vida...

Dentro De Un Silencio Estremecedor

En esta tarde fría de invierno, pasaba gran parte del día mirando la ventana, e intentaba no pensar más en ello. De repente, vi mi reflejo encajado en el cristal, y sentí un gran odio hacia mi misma. Me alejé de la ventana e intenté meterme en la cama y dormir profundamente pero era evidente, que, como la mayoría de veces, sería imposible. Por mi mente, pasaban miles de cosas, y me acordé de cuando era pequeña. Siempre he odiado como trataba mi padre a mi madre. Cuando no le gustaba algo, se ponía a chillar enfurecidamente y siempre me mandaba a mi cuarto para que no viese como la pegaba. Pero todo el mundo sabe que los niños no son tontos. Desgraciadamente o afortunadamente, él murió en un accidente de coche mientras conducía borracho en una autopista provincial. Después de su muerte, cuando yo apenas tenía 16 años, pudimos disfrutar de una vida más agradable.
Nunca entendí, como mi madre no era capaz de separarse de aquel infierno en el que se encontraba, bueno, nunca lo entendí hasta este preciso instante en el que me recorrían muchos sentimientos en mi cabeza...
Inesperadamente, oí como se abría la puerta y me devolvió a la realidad. Un escalofrió, me recorrió todo el cuerpo hasta llegar a lo más profundo de mi corazón. Vi como se abría rápidamente la puerta de mi habitación y entro salvajemente mi novio, por lo que me asusté. ¿Que pasa? Pregunté tímidamente. Yo tenia clara la respuesta. Sabía perfectamente que él venia enfadado del trabajo y la quería pagar conmigo como tantísimas veces más que he tenido que soportar. Me miró fijamente a los ojos y empezó a gritar como un desconsiderado. Siempre que ocurría algo así, sentía como me moría por dentro. Mis ojos, no tenían reflejo alguno, mis labios, ya no sentían nada y mi cuerpo estaba lleno de odio y rabia gracias a los golpes que me había asestado cuando a él le parecía bien. Ahora, ya comprendía perfectamente como se sentía mi propia madre, y también entendí porque no se marchó nunca de esa situación. Cuando estás a punto de recibir un golpe de alguien a quien has amado, es difícil saber lo que sentir: Te entra miedo, rabia, te sientes como una completa inútil, hasta piensas realmente que si eres tan parásito como para permitir que haga lo que quiera contigo. Entoces, llegó el peor momento cuando posó su mano sobre mi cara, y me propinó un golpe con todas sus fuerzas, completando así su increíble cuadro que había hecho de mi cara. Al darme por fin cuenta de todo esto, y después del golpe que recibí, me fui rápidamente de esa casa llena de odio y me prometí que no volvería jamás en la vida.
Ahora, tengo 30 años, y he conocido a otro hombre. Llevo con él 3 años y estamos planeando cosas maravillosas. Estoy embarazada y por una vez en la vida, me encuentro feliz. Intento no pensar mucho en ello pero cada vez que me acuerdo del infierno que he vivido, se me estremece el alma al pensar cuánta cantidad de gente se encuentra en mi situación en este momento, cuando realmente, podrían ser felices con otra persona que verdaderamente la valorasen, la respetasen y lo más importante, las quisiesen como se merece.

Entre Charcos De Sangre

Empezaba un nuevo día y ya estaba preparándome para marcharme. Miré el reloj, y eran las seis y media de la mañana. Desayuné un par de tostadas y un café, y me dirigí hacia la puerta. Entré en el coche y seguí la misma ruta del día a día. El sol ya empezaba a salir, y consiguieron entrar un par de rayos por la luna delantera de mi coche. Seguí en dirección al aparcamiento privado de la comisaría, cuando me dí cuenta de que allí ya me estaba esperando mi compañero con una carpeta en la mano. Bajé del coche y apenas me dio tiempo a saludarle, cuando, me empezó a explicar un nuevo caso lleno de riesgos. Pero así era mi trabajo. Lo tenía todo: Delincuentes, prostitutas, drogas, mafiosos, terroristas luchando por sus ideales, suicidios, muertes y más muertes. Aunque de vez en cuando también existían cosas gratas, pero en menor medida. Os estaréis preguntado que, si yo sabía todo esto, entonces, porque demonios me metí en este mundillo. Pues muy sencillo. Siempre me ha gustado que los que ganen sean los buenos, la libertad y que no haya tanta injusticia en esta vida.
Aunque sé muy bien que no voy a cambiar el mundo, al menos, sé, que soy una buena persona.
Con toda la mierda que me ha tocado vivir, me he dado cuenta de una cosa muy sencilla. Lo realmente difícil es ser buena persona puesto que todos podemos ser malos, ya que es muy fácil, está al alcance de todos.
Entré en la comisaría con mi compañero dispuesto a cambiarme y empezar el caso lo más pronto posible. Fui a mi vestuario, y me empecé a vestir. Primero, la camisa, después el pantalón y por último la chaqueta. Me puse el cinturón, en el cual se encontraba la pistola reglamentaria con su munición, y un par de guantes que nunca vienen mal para cachear a los sospechosos. Después de vestirme, fuimos directos hacia el coche patrulla, ya que el caso trataba sobre unos narcotraficantes de etnia rumana y éramos nosotros los que teníamos que ir a joderles el negocio. Nuestro jefe, nos había dejado planos del edificio, información sobre los tres cabecillas del grupo y sus antecedentes penales, que, como ya os podéis imaginar, cada uno de ellos, era toda una jollita. El caso trataba de que, dos de ellos, iban a quedar en un piso para reunir mercancía y dinero. La cosa era fácil. Ir, enseñar la orden de registro y avisar a los agentes del servicio especial para detener a esta gente sin riesgo. Aunque realmente, el riesgo ya existía por sí mismo y, lo peor de todo, es que nos iba a costar muy caro.
Seguimos la ruta que pusimos previamente en el GPS y allí, nos íbamos a enfrentar con nuestro destino. Llegamos y nos preparamos bien, sabíamos perfectamente que no estábamos jugando a un juego de niños. En cuanto aparcamos y nos preparamos para la acción inmediata, avisamos por radio a la central, donde, inmediatamente, mandaron llamar al servicio especial para que, cuando diésemos la orden, apareciesen por allí. El furgón del servicio especial, se encontraba unas calles más abajo para mayor seguridad.
El lugar estaba medio desértico puesto que era una zona de chalets grandes cerca de un polígono.
Yo, ya llevaba tiempo trabajando con mi compañero y nos llevábamos estupendamente. Él, era apuesto, valiente, buena persona y estaba hecho todo un profesional, pero, realmente, cuando estás en situaciones irreversibles, de nada sirve esto último.
Llamamos a la puerta un par de veces, y, al final, nos acabó abriendo uno de los cabecillas citados en esta bonita fiesta. Le enseñamos la placa y la orden, e inmediatamente, saco una pistola que llevaba escondida debajo de su ropa en la espalda. Nos vimos sorprendidos y no nos dio tiempo a actuar. Nos invitó a entrar y, junto a su compañero, que ya tenia el arma preparado, nos obligó a que les entregásemos nuestras armas. Nosotros, como era de esperar, nos sometimos sumisos y bajamos poco a poco las armas al suelo, pero entonces, algo inesperado ocurrió.
Nuestra posición era la siguiente: Mi compañero y yo, estábamos enfrente de aquellos dos tipos mientras ellos nos apuntaban con sus armas a la cabeza. Mi compañero, tuvo un error, no sé si porque se vio demasiado confiado, o, porque creyó, que no podía ser peor la situación en la que nos encontrábamos. El caso es que, al bajar el arma, hizo un amago y disparó a uno de ellos en el hombro, haciendo que su herida le hiciese tirar el arma.
Pero seguramente, mi compañero no se había dado cuenta de que yo, ya había posado el arma en el suelo y estaba indefenso completamente. El segundo cabecilla, no se lo pensó dos veces y disparó a mi compañero en la mano, haciendo que el también soltase el arma. Rápidamente, le cogió del cuello y lo tomó como rehén.
Se chillaron un par de cosas en su idioma y acto seguido, el que estaba herido, cogió una silla y me obligó a sentarme en ella. Después, me ataron completamente y me pusieron de cara a mi compañero, que estaba de pie ante mí. Yo, no podía hacer nada, era un muñeco a manos de su dueño. De repente, el narcotraficante que tenia cogido a mi compañero del cuello, le soltó y le hizo dar unos pasos hacia delante. Sin explicación alguna, le puso la pistola en la cabeza. Él me miró a los ojos, y sentí en su mirada un miedo increíblemente grande y con eso, ya me lo dijo todo. Después, cerro los ojos con todas sus fuerzas y se le escaparon unas cuantas lágrimas que le recorrían todo su rostro.
Cada vez que lo recuerdo, pienso que en qué estaría pensando mi compañero cuando estaba sintiendo un frío metal apoyado en su cabeza y esperando la muerte con todos sus recuerdos y sentimientos recorriéndole por toda su mente. En un acto de impotencia, mi compañero, intento mirar hacia atrás, cuando sin haber pasado ni un segundo, salió un proyectil del cañón del frío arma con muy poco recorrido, que acabó atravesándole la parte trasera de su cabeza hasta salir por su frente, perdiéndose en algún sitio de aquel maldito lugar. Me salpicaron unas gotas de sangre, y mi rostro cambió completamente. Sentí en todo mi cuerpo algo extremadamente fuerte y me derrumbé por un instante. Me estremecí enormemente, cuando vi, que el cuerpo de mi compañero sin vida alguna se derrumbaba en su propia losa. Empecé a llorar desconsoladamente entre una gran rabia y el dolor de ver lo que acababa de ocurrir, mientras los desgraciado traficantes se reian a carcajada pura de mí. Pero lo iban a pagar muy caro.
En ese mismo instante, vi volar dos granadas de humo, rompiendo los cristales de dos ventanas diferentes, y dirijiendose hacia donde nos encontrábamos los cuatro. Al imaginar lo que pasaba, y al no poder taparme con mis manos, agaché la cabeza y cerré los ojos con mucha fuerza, pero aún así no pude evitar que me siguieran llorando los ojos.
En un intento desesperado, los dos desgraciados, intentaron escapar por algún lugar, pero, los del servicio especial, empezaron a aparecer por todos los sitios. Volvieron al lugar en donde me encontraba atado, e intentaron quitarme la vida, pero antes de que se dieran cuenta, se encontraron muertos cosidos a balazos. Yo, estaba destrozado y con la moral muy baja. En cuanto me vieron, no tardaron en acudir a mi ayuda y desatarme. También vieron al compañero en el suelo, y llamaron a una ambulancia rápidamente, aunque, lo que ellos no sabían, era, que la ambulancia solo serviría para llevarse el cuerpo inerte envuelto en la capa plateada que usan los sanitarios cuando alguien muere.
No es necesario resaltar, que todo esto me marcó para el resto de mi vida.
Yo, después de este gran palo, me retiré de la policía, y empecé a escribir todo lo que sentía, todo lo que se me ocurría, y todo lo que podría ayudar a la demás gente. Esto, es solo una pequeña parte de mi historia...

Un Desierto Desolador

En este insoportable lugar estaba solo y lleno de oscuridad debido a mi gran grado de inestabilidad. Me sentía como atrapado en mi propia alma y sin nadie a quien recurrir.
La soledad siempre a cubierto gran parte de mí, pero aun así, no sentía la necesidad de estar rodeado por nadie.
En este momento, en el que rozaba la agonizante y desalmada garra del abismo de la muerte, sí tenia la necesidad de algo que nunca tuve. Pero era demasiado tarde para sentirme así y lo único que me quedaba era intentar no morir en aquel maldito lugar. Estaba cubierto de tierra y con la muñeca rota, además de tener muchísimas hemorragias que no paraban de sangrar. Tenía la desagradable impresión de que no iba a conocer un mañana pero ante todo luchaba por no quedarme allí. Intente levantarme y buscar un sitio donde apoyarme, pero realmente no lo había. Estuve a punto de no conseguirlo cuando al fin, me pude poner en pie. Andaba solo y desconsolado, vagando por este lugar apartado del mundo. En ese preciso instante me di cuenta de algo nuevo que cubría la mayor parte de mi ser. Me di cuenta, también, que andar solo de un lado para otro no servía para nada si cuando estás en una amarga situación como esta, no hay nadie a tu alrededor para poder al menos tener aunque sea un pequeño aliento para seguir adelante. Cada paso que daba, estaba más convencido de que, tendría que esforzarme mucho para no acabar tendido en el suelo sin vida alguna y terminar en el olvido sin aunque sea, un pequeño recuerdo de lo que soy para la demás gente. Aunque tampoco me he esforzado para ser algo para alguien. No encontraba ninguna salida y con la mala suerte de que la herida que tenia debajo de las costillas se me había agrandado y empezaba a sangrar con más violencia. Últimamente andaba bajo de moral y con poca confianza en mi mismo y para el colmo, me ocurre esto ahora. Caí de rodillas haciendo un ruido espantoso cuando de repente se me nubló la vista. Pude ver mis últimos instantes agonizando y respirando con cierta irregularidad mientras no sentía mi cuerpo y caía desplomado en el suelo. En mis últimos instantes de vida, pensé lo bonito que sería si no hubiese estado toda mi vida solo, y la hubiese compartido con alguien que realmente fuese especial... Era mi principio y mi fin.

Una Gota de Amor

Desde el primer día en el que pisamos el duro y estable suelo, y comenzamos a tener uso de razón, empezamos a sentir amor por la gente que nos rodea como nuestros familiares, pero yo voy más allá de esto. Cuando nos decidimos a relacionarnos con otra gente y, sin darnos cuenta, nace en nuestro interior algo que no sabemos explicar con palabras sobre una persona en concreto y, empezamos a sentirnos diferentes, como extraños con nosotros mismo e incluso obsesionados por esa persona desconocida hasta el momento, sentimos que tenemos la necesidad de conocerla, saber todo sobre ella. Nos ilusionamos, soñamos y somos felices. Queremos hablar con esa persona, pero no nos atrevemos; sentimos muchas cosas a la vez: Vergüenza de nosotros mismos, miedo por ser rechazados... Pero al final, damos el paso, nos acercamos establecemos el primer contacto y casi siempre, suele ser una mirada intensa a los ojos. Comenzamos a hablar con esa persona y nos sentimos en las nubes, rodeados de felicidad en todo nuestro cuerpo. Entablamos una relación más profunda y, empiezas a gustar a esa persona pero a esa persona, le surge lo mismo que te pasaba a ti en un principio. Te das cuenta y te decides a dar el primer paso. Un día quedas a solas con esa persona y piensas en todo lo que quieres que ocurra y cada vez te sientes más nervioso. Os miráis fijamente y, antes de que te des cuenta, os fundís en uno con un maravilloso beso. Tu mente se pierde entre sensaciones absolutamente verdaderas y, te encuentras en un paraíso propio. Acabas de abrirle tu corazón a esa persona y no quieres perderla por nada del mundo. Pasa el tiempo y esa relación se hace mucho más fuerte. Ahora sabes lo que sientes y te comprendes a ti mismo. Sueñas despierto y haces una vida con una persona totalmente desconocida pero que conoces muy bien, gracias a un amor que te a llevado a conocer a esa persona hasta el más mínimo detalle. Y aquí termina esta historia de amor verdadero.